El Dr. Hull abrió los ojos, su vista se encontraba nublada por el humo; mientras que el pasto cerca de él, quedaba con unas pocas y tenues brazas. El golpe que había recibido al caer, era la mayor causa de su temporal mala visión, y del dolor general que sentía en su ser.
Su mente aún no reaccionaba por completo “¿qué paso?...¿dónde estoy?” pensó. No era una de esas veces que, sedado y drogado por los químicos que utilizaba en el laboratorio/consultorio, despertaba acostado con alguno de sus pacientes o alguno de los cadáveres o peor aún, alguno de sus propios experimentos. No, esto era por completo diferente, no tenía ese sentido de paz que siempre acompañaba al despertar después de un trance por drogas, y una epifanía medica.
Estaba boca abajo, saboreando el pasto. Alzó la cabeza para escupir tierra, pasto y tal vez algún insecto que hubiera entrado a su boca, mientras que intentaba centrar su mirada en lo que fuera. De momento, solo logró notar que pronto atardecería y que, al estar en el exterior, la luz los iba a abandonar con rapidez.
“No seas ingenuo Angell” se dijo “en esta época del año...hay luna llena” añadió riendo un poco “la luz será suficiente como para ver incluso de noche”, decía mientras se daba la vuelta; sintiendo, por primer vez, el dolor de su pierna derecha, y el olor a chamuscado que salía de ella. Lo cual le hizo empezar a recordar.
El fuego consumió toda la habitación “e intento devorarme” dijo mientras que recordaba el “rostro” de aquel ser de fuego que creía haber visto. Seguía recordando mientras que su vista empezaba a enfocar correctamente, los árboles, el cielo, Hellingly; todo empezaba a cobrar sentido. Recordaba como había tenido que reaccionar rápidamente, actuar o morir, justo como había aprendido en la guerra, en sus años de servicio.
El instinto lo había hecho buscar la única salida posible en esa situación; solo había una puerta de entrada o salida, la cual ya estaba en llamas para cuando él había notado el fuego. Y claro está, estaba la ventana… por donde había aventado a la joven. “Catrina” grito “Katalina” grito nuevamente “maldición….Kat” dijo finalmente recordando lo ocurrido. Al menos sabía que el fuego no la había alcanzado, pero su estado después de la caída, eso era otro tema.
Se intentó levantar, no pudo al primer intento; tenía la pierna dislocada, la rodilla había quedado volteada al revés. “Interesante” pensó al momento de agarrar su pierna y forzarla a su posición normal, causando un grito de dolor, que ni él pudo controlar, seguido de una leve risa sádica “al menos eso demuestra que no estoy muerto y en el infierno, a donde pertenezco” decía riendo, recordando su falta de credulidad hacia esas cosas.
Hizo una improvisada férula para su pierna, nada elegante, nada sutil, pero resistiría lo suficiente, Por ahora su prioridad era encontrar a Kat, y ver si seguía con vida. Se levantó aun con dolor, mientras que miraba hacia Hellingly, a la ventana por la cual habían salido. El fuego seguía terminando de devorar la habitación, y muy para la incredulidad del Dr. Hull, creía poder ver a una especie de persona mirándolo desde la habitación. Una persona que, si de verdad existía, estaba cubierta o hecha del mismo fuego que destruía todo a su paso, y lo veía con odio y rencor. “Vete al demonio” gritó el doctor al darse la vuelta para seguir buscando a Kat. A quién por suerte, encontró tirada de forma fortuita, no muy lejos de donde él había caído.
“Ahí estas, mi dulce ángel” dijo el doctor, mientras que se arrodillaba con dolor cerca de ella “un ángel caído, descansando en una cama de Liliums…o Lirios, como tu les dirías” dijo riendo “eso te salvó la vida, ya que estos estaban a su máximo crecimiento, 6 pies…como 1.80 metros, para que me entiendas” añadió, mientras arrancaba una de las flores para olerla, y con ella, adornar el cabello de Kat “sabes que es un símbolo de muerte...” empezó a decir el doctor, pero cortó la idea, levantándose con rapidez, olvidando el dolor, y la larga alegoría al infierno y los ángeles caídos, que estaba preparando decir.
El Dr. Hull se encontraba mirando todo con detenimiento por primer vez desde que había despertado, y gracias a eso, el miedo se adentraba en él. Ya que se iba dando cuenta de la parte del jardín donde habían caído. Esa era la única parte “abierta”, como él le decía, hacia el bosque. “Mi jardín salvaje” murmuró con pánico. Ya que eso significaba que estaban en un nido de inmundicia, que él había preparado durante años. Un campo de reclusión, donde juntaba experimentos fallidos, con los seres que ya se encontraban allí, malditos, antes de que Lord Fitzgerald Hellingly hubiera puesto un pie en esa nación, y la primer piedra del lugar.
Un pequeño momento de orgullo se asomó por la mente del Dr. Hull, sus propias creaciones, acoplándose a la vida salvaje de esos lugares, apareándose y multiplicándose, muriendo o sobreviviendo a ese experimento que les había regalado, llamado vida. Sus seres, sus creaciones, sus hijos, unos engendros que la naturaleza nunca había deseado, y que nunca habían tenido un lugar en el mundo. Más sin embargo, se encontraban deambulando libres y sin control, en ese bosque y ese jardín.
Los pisos inferiores de Hellingly, de ese lado de la construcción, no tenían ventanas ni ningún otro punto de acceso, y la piedra con que estaba construido, lo hacía casi imposible de escalar, sin el equipo adecuado. Era justo por eso, que el Dr. Hull había decidido hacer esa pequeña jugarreta de juntar el jardín con el bosque, dividiendo la parte condenada del jardín, por los Lirios, los cuales, de alguna forma, mantenían a ralla a estos seres... claro, solo si es que no se encontraba nadie en el jardín, además de que ocultaban una barda construida de la misma forma que Hellingly.
El Dr. Hull recordaba la vez que había mandado a Dandy, el jardinero novato, a cuidar esa parte del jardín. Recordaba con gran placer sus gritos, y el como la sangre había cubierto los lirios. Lo que no lograba recordar es que Dandy hubiera muerto; su teoría siempre fue que había sido usado, por esos seres, como una especie de experimento propio… la clase de experimento era desconocida… tal vez reproductivo, tal vez solo como una señal del sadismo, mantenerlo con vida, para poder “matarlo” una y otra vez. Pero eso solo eran conjeturas, basadas en lo que probablemente él hubiera hecho.
En ese experimento, habían tardado quince minutos en ir por Dandy, así que el doctor asumía que solo les quedaban cinco minutos antes de que alguno de los seres fuera por ellos. Lo cual era preocupante, y más, por el hecho de que a muchos de ellos, los había creado y desechado el doctor. “Tal vez puedan guardar alguna clase de resentimiento hacia mi” pensó el doctor con cinismo “espero que el hombre gallina sea el que venga” dijo riendo, para darse un poco de esperanza de poder sobrevivir. Gracias a sus variados experimentos, desde los más insulsos e irrelevantes, hasta los clasificados como amenaza Omega, no podía estar seguro de cual sería su destino.
Con delicadeza, levantó a Kat, no había podido revisarla y escudriñarla como a él le hubiera gustado, pero no había tiempo, tenía que usar todos sus recuerdos para llegar a una de las salidas del jardín… una de las que si lo regresarían a Hellingly. Ya que él se había encargado de que las formas de regresar fueran casi nulas, para que ninguno de estos seres pudiera escapar o regresar a cobrar venganza. El Dr. Hull, más que nunca, confiaba en su propia mente superior.
Corrió lo más rápido que podía con el estado de su pierna (la cual funcionaba a un 70%), cargando a Kat; eso más su edad, no estaban siendo factores a su favor, para avanzar con la suficiente rapidez. Por un momento pensó abandonar a Kat, pero eso no era la clase de doctor que él era, poner en riesgo a una niña ya era demasiado malo. Que ella estuviera allí era su culpa, y abandonarla no era ético; y menos, sin saber las causas de los delirios que acosaban a la pequeña, ya que eso si era algo interesante de mirar, entender, y controlar.
Se detuvo de pronto, intentaba recordar hacia donde ir, cuando escuchó unos ruidos, una especie de quejido que venía de frente a ellos. Era un sonido humano, pero gutural, como el grito apagado de un alma retorcida por la vida, o un simple quejido desgarrado. Al menos, eso era lo que escuchaba el Dr. Hull. Se detuvo y escondió tras unos arbustos, apenas lo suficientemente grandes como para cubrirlo a él y a Kat.
El ser pasó caminando, parecía vagar sin un rumbo verdadero, pero a la vez, se dirigía hacia donde ellos habían caído. Algo que no había considerado el doctor, era el sonido de la explosión que había causado el incendio, eso debería de haber atraído a muchos más seres que los del experimento con Dandy. El doctor, intentaba recordar...No Muertos, Zombis, Híbridos Hombre-Bestia, Resucitados, Fantasmas, Espíritus del Bosque, Humanos “Modificados”... eran todos los seres que había logrado recordar del catálogo de depravaciones que habitaban el lugar. Un estudio que había dejado incompleto, por la falta de cooperación de estos seres.
Por suerte para él y Kat, este ser era apenas un Zombi, una lobotomía que había salido muy mal, y que había acabado dejando vacía la mente de ese ser. Y claro, aprovechando que eso había pasado, el doctor había intentado regresarlo a como era antes, con unas operaciones, y aumentos de masa cerebral donada de animales. Cero resultados positivos, pero al menos el paciente seguía con vida, y se le veía bien, caminaba, y parecía que comía con frecuencia, ya que estaba salpicado en sangre. “Impulsos básicos de vida, nada mal” se dijo orgulloso, viendo al paciente 5682. El Dr. Hull iba a iniciar su andar nuevamente, cuando notó que Kat estaba reaccionando “Hola mi dulce ángel” le dijo con una sonrisa llena de preocupación “no estas muerta...pero te aseguro, que estas en el infierno” añadió, dejándola por fin en el suelo.
El Dr. Hull iba a proceder su plática, cuando escuchó un sonido extraño. Parecían ser plantas retorciéndose, plantas arrastrándose con dolor y agonía, avanzando hacia donde ellos se encontraban. Y de pronto, una voz que detuvo el corazón del doctor por unos momentos, y una frase que estaba guardada en lo más profundo de la mente del doctor, hasta ese día.
“Hola cariño, mi dulce Angell, que bueno que has regresado” dijo una dulce voz femenina, pero con un tono sepulcral “no se donde estas” añadió con una leve risilla “pero se que estas cerca” decía juguetonamente “esta vez, te vas a quedarte conmigo para siempre... ni la muerte misma, nos puede separar” añadió riendo fuertemente.
El Dr. Hull cerró los ojos con fuerza, no podía creer lo que pasaba, él se había encargado personalmente de enterrar el cadáver; por lo cual, estaba seguro que no podía ser… ella, más sin embargo, inequívocamente, era su voz, o al menos una versión retorcida de su voz. El doctor Hull tuvo el impulso de querer llamarla, querer verla. No por amor, sino por la incertidumbre de su existencia. Era su “amada” esposa.
“Tu regalo me ha servido bien” dijo, mientras que se escuchaban unos pasos pesados que se arrastraban por el bosque, y que finalmente dejaban ver, cerca de donde el Dr. Hull y Kat se encontraban, a un ser con apariencia humana, pero vacío, una simple carcasa de lo que antes había sido un humano. Unos ojos por completo blancos y ausentes “miraban” en todas direcciones buscando a sus presas. Una sonrisa eterna, marcada por los músculos, nervios y tendones del rostro, secos por la muerte y pegados a los huesos. Un cuerpo que por igual, parecía haber sido desprovisto de toda esencia y de toda vida.
“Dandy” susurró el doctor al ver al pobre jardinero, ahora convertido en un ser...diferente, bajo la completa influencia de la esposa del Dr. Hull; una mascota, un juguete, un alma que jamás podría descansar en paz, sin importar lo que ocurriera. Parecido a una momia viviente, por completo desnudo y con claros efectos de descomposición, que aún así, no amainaban su existencia. Al escuchar el susurro de su antiguo nombre, volteó hacia los arbustos donde se encontraban el Dr. Hull y Kat.
“Espero que puedas correr, por que tu supervivencia depende de ello” hizo una pausa lleno de preocupación “directo al Pino” añadió mientras seguía intentando recordar como salir de allí. Por el momento en lo único que podría confiar, sería en la simbología que tenía cada una de las cosas que habitaban ese jardín “ya sabes, como los que se ponen en navidad, pero mucho más grande; es el único de su clase aquí…de allí gira a la derecha” añadió, mientras que agarraba un viejo pedazo de tronco, esperando que fuera un arma, al menos por una ocasión.
“Lo distraeré por unos momentos, y después correré hacia el mismo lugar que tú... te alcanzaré” dijo preparándose para salir de su escondite. El Dr. Hull cerró los ojos y respiró hondo. Abrió los ojos y volteó a ver el cielo, al cual ya estaba casi oscuro “ahora esperaría que hubiera menos luz” sonreía al hablar “¡AHORA!” le gritó a Kat. Mientras que salía y se dirigía hacia donde había escuchado a Dandy; agitando el tronco listo para atacar.
Si Kat había salido corriendo, era algo que en esos momentos, ya no podría saber el Dr. Hull, ya que su atención estaba puesta en ignorar su dolor, y en atacar a ese ser que iba por ellos.